Burriac Atac!
Dicen que la cara es el espejo del alma, y la mía al llegar a la playa de Cabrera era de felicidad, cansado por lo exigente de la prueba, pero muy contento por lo que acababa de disfrutar. Nuevamente esperaba esta carrera con muchas ganas, y nuevamente no me defraudo. Como el año anterior corrí parte del recorrido solo, y es una gozada poder correr por estos corriols con la única compañía de la noche y un frontal, y sobre todo, la confianza de conocer el terreno.
Lo cierto es que llegue a Vilassar con la incertidumbre de haber echo pocos kilómetros de running este verano, mucha bicicleta de carretera y ilusión de correr eran mi carta de presentación en la linea de salida. Antes del inicio nos deseamos suerte Jose Manuel y yo, quiero intentar repetir la táctica del año pasado, tirar de inicio para no encontrarme embudos cuando lleguemos a los primeros corriols y, a partir de entonces, habrían de mandar las sensaciones que me fuera enviando el cuerpo.
A las 21:30 en punto se da el inicio en la estrecha calle Sant Joan, todos intentando coger posición y con cuidado de no tropezar avanzamos en tromba, me anima ver a mi familia que espera verme pasar y puedo chocarle la mano a Hugo (antes a corrido la Marrec Atac), sigo calle arriba adelantando todas las posiciones que puedo y llego al poligono industrial, hasta la urbanización que hay a los pies del Turó de l'Infern (324m) para iniciar el primer desnivel importante, arriba nos situamos en el km 6, y con los primeros corredores ya muy estirados paso en el puesto 16.
Después de invertir 2h08'53 en 21,9 km y +1172m, de llegar exhausto, coges aire, recuperas el aliento y inmediatamente se te dibuja una sonrisa en la cara, esta carrera te enamora, por la dureza, por el bonito recorrido, por lo bien organizada, por los voluntarios, por el ambientazo en Vilassar, en Cabrera, en Burriac, 365, 364, 363, 362...
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